Cuando los cambios en el estilo de vida y los antiácidos son insuficientes y no hay síntomas alarmantes, el fármaco pantoprazol posee un balance riesgo-beneficio mejor que los agonistas de los receptores H2.
Cuando un paciente adulto presenta síntomas molestos de reflujo gastroesofágico, la primera medida es buscar e intentar descartar el papel de la comida (comidas ácidas o picantes, alcohol) o de los fármacos (fármacos anti-inflamatorios no esteroideos, bloqueantes de los canales del calcio, derivados de los nitratos, agentes atropínicos) y recomendar cambios en el estilo de vida (1-3).
Cuidado con los síntomas alarmantes
Algunos signos clínicos requieren estudios adicionales, por ejemplo si hay una pérdida de peso inexplicable, dificultad en la deglución o una sensación de comida pegada en la garganta, vómitos de repetición, sangrado gastrointestinal, anemia, dolor asociado con el esfuerzo y fracaso de los tratamientos previos. A partir de los 50 años, los síntomas aislados de reflujo gastroesofágico requieren más estudios, concretamente una endoscopía gastrointestinal superior (1,3).
En primer lugar: antiácidos
Cuando se prevé el uso de terapia farmacológica para un paciente sin síntomas alarmantes, debe comenzarse con antiácidos como terapia “a demanda” durante los episodios dolorosos (1,3). Hay varios productos de este tipo a la venta sin necesidad de receta médica.
Si los síntomas son leves pero frecuentes y persistentes, los agonistas de los receptores H2 son una opción terapéutica.
Entre los fármacos a la venta sin receta en Francia, famotidina presenta un balance riesgo-beneficio mejor que la cimetidina, que interactúa con muchos fármacos y conlleva un riesgo de sobredosis. La eficacia de los agonistas de los receptores H2 es similar a la de los antiácidos y sus efectos adversos (diarrea, mareos, cefalea, fatiga y erupción cutánea) son muy poco frecuentes.
Los fármacos más efectivos son los inhibidores de la bomba Boletín Fármacos 2010, 13(1) 107 de protones (IBP), como el omeprazol (1,3). En Francia, pantoprazol, un fármaco comercializado por primera vez en 1994, es el primer IBP disponible a la venta sin necesidad de receta médica (y sin reembolso por el estado) (4).
Pantoprazol: balance riesgo-beneficio positivo, pero con riesgo de interacciones
La evaluación clínica de pantoprazol en el tratamiento del reflujo gastroesofágico se basa en 17 ensayos clínicos con un total aproximado de 6.000 pacientes (5,6). El ardor y la regurgitación ácida desaparecieron entre el 60-90% de los pacientes tras dos semanas de tratamiento con pantoprazol 20 mg/día. Al contrario que el omeprazol, el pantoprazol fue más efectivo que los agonistas de los receptores H2. Aproximadamente el 5% de los pacientes tratados con pantoprazol presentaban efectos adversos muy habituales con otros IBP, principalmente diarrea, cefalea y erupción cutánea (2,5,7).
Los IBP modifican la absorción de sustancias que dependen del pH gástrico, como los antifúngicos azoles o los fármacos antirretrovirales. Pantoprazol también aumenta la digoxinemia (2,4).
No usar durante el embarazo
El reflujo gastroesofágico es muy frecuente durante el embarazo pero normalmente se alivia con medidas no farmacológicas. Si estas medidas no son suficientes, puede emplearse un tratamiento antiácido de ciclo corto (1). En ensayos clínicos con animales de laboratorio se ha documentado que el pantoprazol es fototóxico. Por tanto, y dada la falta de datos en humanos, debe evitarse su uso durante el embarazo (5,7,8).
En la práctica. Para adultos con menos de 50 años con síntomas persistentes de reflujo gastroesofágico a pesar de haber hecho ajustes al estilo de vida y haber utilizado antiácidos, el pantoprazol sin receta tiene un balance riesgobeneficio mejor que los agonistas de los receptores H2.
Referencias seleccionas de la búsqueda bibliográfica de Prescrire.
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